miércoles, 27 de noviembre de 2019



                                   DOMINGO 24 De Noviembre Lomascrudo Teatro

El pasado domingo Lomascrudo Teatro, de Alcobendas, trajo a nuestro Concurso Nacional de Teatro para aficionados ciudad de Utiel la obra Woyzeck de Georg  Buchner.
Una historia basada en hechos reales, que narra la vida del soldado Friedrich Johan Franz Woyzeck, torturado por la ciencia, humillado por el poder y engañado por el amor.
Una puesta en escena simplemente estupenda, bien dirigida y bien interpretada.
Una de esas tardes teatrales que nos dejan con grandes escenas para el recuerdo, con una sencilla y original escenografía, bien resuelta la iluminación, contrapuesto el sonido  demasiado alto y las voces , en ocasiones  demasiado bajas.
Un drama tratado con esmero, de los que desgarran y a la vez engancha, algo difícil de conseguir sin una dirección como la que aporta Sepu Sepulveda, quien además interpretó  a Woyzeck , dentro de un resuelto grupo de actores.
Buena nota para los madrileños que nos brindaron una gran tarde de teatro en el Rambal.



jueves, 21 de noviembre de 2019


                         Domingo 9 Noviembre "TODAS MUERTAS"



El pasado 9 de noviembre, la compañía “Pànic escènic” puso en escena en las tablas del Rambal la obra “Todas muertas” con guión original de Abril Zamora. No es la primera vez que el grupo valenciano participa en nuestro Concurso Nacional de Teatro para Aficionados, habiéndolo hecho con montajes de calidad. Esta vez concurre a la XXXIV edición con una novedosa y atrevida comedia en la que se entremezclan las existencias de varios de los personajes femeninos más conocidos del dramaturgo inglés William Shakespeare: Ofelia, Desdémona, Julieta, Lady Macbeth. Todas tienen como trágico elemento común el haber muerto de una u otra manera por amor. Tras su muerte en sus respectivas obras, habitan y se entretienen como pueden en una especie de limbo escénico lleno de electrodomésticos destartalados hasta que, tras un enorme estruendo, llega a su mundo un personaje enigmático y desconocido que las estimula a recordar y a revivir las escenas dramáticas protagonizadas por cada una de ellas. La obra termina de una forma inesperada cuando ese extraño personaje llamado “Che” termina revelando su verdadera identidad. Realmente él es Shakespeare, creador de cada uno de esos personajes y de sus trágicos finales.
 El texto elegido en esta ocasión por el grupo valenciano no dejó indiferente a nadie. Son de esas obras que producen muy diferentes reacciones entre los espectadores: o gustan mucho o no gustan nada. Esas reacciones tan dispares pudieron escucharse a la salida de la representación entre el numeroso público que se dio cita en la platea del Teatro Rambal. Quizás en este tipo de guiones las diferentes opiniones del público dependan de la forma de ser de cada cual o del estado de ánimo que se tenga en el momento de ver la obra. Quizás algunos de sus gags resulten demasiado forzados o sean excesivamente absurdas algunas de sus situaciones. Pero eso no deja de ser un punto de vista más sobre un texto que, como se ha dicho, despertó opiniones desiguales.
 Lo que no puede discutirse es el buen hacer de la compañía, gracias al impecable trabajo de los actores que consiguieron mantener un muy buen nivel general en todo momento. A ello hay que sumar una correcta puesta en escena y una buena dirección. Merece ser destacada la parte final de la obra por su intensidad.

martes, 5 de noviembre de 2019

                   DOMINGO 3 DE NOVIEMBRE OLIVIA & ANA

Tras dos semanas en las que los grupos que pisaban las tablas del Rambal buscaron la risa del espectador con mayor o menor fortuna, llegó la tercera intervención en el Concurso de Teatro para Aficionados Ciudad de Utiel. Una obra que nos fijó a nuestras butacas para contarnos una historia triste, cruda y, en muchos casos, real.
“Olivia y Ana” nos relata el calvario de una madre ante las dificultades que le pone la vida en su camino. Desde un marido adicto a malvivir, un hijo interesado  que lo único que le preocupa de su  madre es el dinero y una hija cariñosa, sincera y cercana que, con todo ello se convierte en la única normal en una sociedad de anormales. Pero como esto va de poner adjetivos calificativos a todo lo que nos rodea, su hija Ana tiene Síndrome de Down. También, un corazón lleno de naturalidad, familiaridad y amor. Sin embargo, nos quedaremos con lo primero, que es lo que nos entra por los ojos.
A todo ello, hay que sumarle que Olivia, la madre “coraje” y protagonista de la obra es diagnosticada con cáncer, la maldita enfermedad que le hace llegar a límites de los que ella misma se arrepiente y avergüenza. Decide poner punto y final a toda esa situación bajo las recomendaciones de una asociación por la muerte digna. Algo completamente comprensible y digno de admirar, ya que lo único que hace es amar y proteger a su hija. Por ello, en ese largo y eterno viaje que quiere emprender la acompañará su pequeña Ana.
Engañándola, no sin esfuerzo, Olivia hace ver a Ana que tomándose las primeras pastillas del largo viaje notará mejorías en el estómago para, posteriormente y con otros medicamentos, caer rendida ante la muerte. Una muerte dibujada como una viaje a una playa paradisíaca, en la que “vivirán” eternamente con todo tipo de lujos que Olivia hace creer a la que es la única que se preocupa por ella, su hija.
Pero todo cambia cuando Ana, que no entiende lo que está pasando, a  base de ignorancia y emoción, lleva a su madre a retroceder en su intento por poner fin a sus vidas. Ambas, incluida Olivia, llega a creer la historia que le cuenta a Ana. Eso o quizá el miedo y el vértigo  a acabar con todo.
Una obra llena de carga emocional, con una gran cantidad de mensajes morales y éticos, contra todo y todos aquellos que no ven ciertas características como algo normal.
Interpretativamente hablando, Olivia maneja el tempo de la obra. Demostró tener “tablas” suficientes como para salir airosa incluso en los momentos en que dejó de ser Olivia para ser la persona que la encarna. Además, controló  tanto sus intervenciones como las de su compañera para que fluyeran según lo previsto. Sin embargo, la característica predominante fue la forma tan plana de transmitirnos lo que ocurría en escena. Una obra sobrecogedora  a la que le faltó acabar de meterse al público en el bolsillo, ya que los ingredientes para ello los tenía todos.
Una obra que, a pesar de ser dos en escena, sigue una línea monologante, en la que Ana cuenta con breves y escasas intervenciones orales pero con constantes muestras de que se encontraba en todo momento dentro del papel.
Así fue “Olivia y Ana”. O Ana y Olivia, porque Olivia nunca podría ser sin Ana y Ana nunca podría ser sin Olivia. Esa relación que nos mostraron y tuvo lugar entre dos personas completamente normales.
Olivia, la madre “coraje” que pudo con todo. Hasta con el desamor que sintió la primera vez que vio a su hija.
Ana, sin etiquetas. O mejor dicho, con la única etiqueta de lo que hace sobre el escenario: actuar.