Teatro Estable de Leganés, Madrid, llegó a la trigésimo primera edición del Concurso Nacional de Teatro para Aficionados, Ciudad de Utiel, con buenas expectativas. “LAS CUÑADAS” de Michael Tremblay, proponía un montaje sugerente y quince actrices sobre el escenario. Una historia atractiva y reivindicativa de lo doméstico dónde la mujer ha sido protagonista.
Lástima que no todo quedara lo “redondo” que se presuponía. En este reparto coral hubo luces y sombras. Momentos interpretativos que pudieron ser y se quedaron en el intento.
Aunque hay que reconocer el esfuerzo de la dirección, que perfiló unos personajes muy caricaturescos y reconocibles en algunos momentos, de diversos tipos de mujer. Acompañó el vestuario, le edad y la caracterización. Por eso fue una pena que escenas importantes de un texto aparentemente ligero, aunque no lo era, no tuvieran la relevancia que el autor denunció.
La obra fue un “pasar” por encima de problemas tan grandes en la época, como el embarazo de una joven soltera, o la desidia de un ama de casa que busca sentirse viva pasando algunas horas en un club, dejando atrás las aburridas tardes con las señoras de la parroquia.
Estos y otros momentos merecieron más fuerza interpretativa. Hubo pinceladas de buen hacer, pero pasaron desapercibidas. A destacar la interpretación de Ana Picazo, como “Rosa”, que siempre mantuvo presencia y temple para sostener su personaje.
Los cambios generacionales entre las mujeres mayores y las jóvenes, merecieron más detalle y menos prisas por decir un texto que merecía más.
El montaje fue resuelto de manera correcta aunque algo escueto. Sólo el cuadro final, con las mujeres alrededor de la mesa, y bien distribuidas, dieron la imagen que se pretendía: la lucha femenina por buscar su sitio en una sociedad que las recluía en las cocinas. En el cuidado de la casa, los hijos y un rato con las amigas, hermanas y cuñadas que se convertía en un soplo de libertad donde afloraban deseos ocultos, pecados inconfesables y muchas ansias de libertad.
“LAS CUÑADAS” pudo ser una gran tarde de teatro, pero finalmente sólo consiguió entretener. Lástima.
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